Es la primera vez que hacemos un recorrido por etapas. La dificultad es baja, lo que permite centrarse en disfrutar del entorno. Ha sido una experiencia agradable para todos, incluso los días de lluvia (suerte que solo nos llovió en los últimos kilómetros y únicamente dos días). La oferta gastronómica es buena y disfrutamos de los platos locales. Tanto las zonas que atraviesa el recorrido, como los pueblos y ciudades donde se hace noche, resultaron muy agradables. Tuvimos la suerte de llegar a Budapest en la celebración de la Fiesta del Vino, ubicada en el castillo de Buda, lo que nos permitió visitarlo de noche, con mucho bullicio, conciertos y una vista memorable de la ciudad.